Por:
Eysibeth Adames
Maruquel Cruz
Dilcia Monterrey
William Ferrey
José Segundo
Margarita Rodríguez
En diferentes momentos de la historia de la humanidad
hay evidencias del dominio que
ciertos grupos o líderes ejercen sobre otras
personas para atender sus propios intereses.
A diferencia del Imperio Romano que tenía un sistema centralizado
y esclavista, vemos como en la Edad Media, surge un sistema descentralizado en
donde el poder recae sobre un rey que, mediante disposición divina y bendecida
por el clero, controla las tierras y los campesinos que viven en ellas. A
cambio de protección contra los ejércitos invasores, ellos debían ceder gran
parte de sus cosechas al señor feudal y a la iglesia pagar diezmos y otros
tipos de impuestos.
Ante éste panorama, observamos que no hay una
diferencia marcada entre “esclavos del sistema esclavista” y “siervos del
sistema feudal” ya que en ambos casos el individuo no es capaz de abandonar un
sistema que les es impuesto. El siervo de las tierras feudales no podía migrar
sin el permiso de su señor, con lo cual se encontraba en una situación
intermedia entre la condición de esclavo y la de hombre libre.
El Continente Americano no escapó de éste sistema
controlador, puesto que con la conquista española fue instaurado un régimen de
administración feudal llamada encomienda, en donde el rey, que es propietario
de todas las tierras, otorgaba poder al encomendero para explotar a los aborígenes
americanos, quienes debían ceder todo el oro y demás riquezas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario